lunes, 21 de febrero de 2011

EVALUAR DESDE EL ALUMNADO

Ya en un post anterior refería las nuevas formas de ser y procesar la información del alumnado de hoy que cuestionan nuestras prácticas evaluativas tradicionales. ¿Por dónde entonces ir? ... algunas sugerencias..

A) Una evaluación con sentido: realizar actividades evaluativas significativas. El alumnado debe sentir que las actividades evaluativas se relacionan con su vida real y ésta puede ser muy diferentes de un alumnado a otro. Lo que el alumnado debe demostrar en la evaluación es el nivel de aprendizaje conseguido y esto lo puede demostrar en actividades que sean “auténticas” para él, que tengan significado y orientadas a la solución de problemas de su contexto particular. Se trata de huir de las actividades evaluativas artificiales, abstractas y alejadas de la práctica real o de la aplicación real de los conocimientos. Hay que centrarse en problemas, en cuestiones y en trabajos evaluativos que representen realidades con sentido e interesante para el alumnado.

B) Una evaluación retadora: promover el trabajo creativo personal. Hoy el alumnado con las tecnología y posibilidades que le ofrece la web2.0 ha pasado de ser además de consumidor de información a un “prosumer”, esto es, a producir o crear información. El alumnado hoy en la red busca, compara, dialoga, tratando de conseguir el mejor producto para sus intereses, además crea y comparte con otros sus hallazgos. La evaluación debe aprovechar la diversidad del alumnado y estimular actividades evaluativas que le permita crear algo propio a partir del conocimiento adquirido, que coloque su “impronta personal” y no que se limite a evocar o repetir conocimientos elaborados por el profesorado. Desde esta perspectiva, la evaluación debe desafiar al alumnado a ser creativo, debe sentirse retado en la búsqueda de algo nuevo o innovador y ello, siempre, desde las propias potencialidades, reconociendo la riqueza de la diferencia que proporciona los aportes individuales. Si todos aportamos algo nuevo, todos ganamos; el acento lo colocamos en lo personal de la contribución y es desde ahí como todos reconocemos y respetamos al otro.



C) Una evaluación colaborativa: posibilitar trabajos evaluativos en red y en colaboración. Cada vez más se entiende la evaluación no como una actividad solitaria, sino producida colaborativamente y poniendo en juego la capacidad de trabajo en red del alumnado. Precisamente en un contexto de diversidad la evaluación colaborativa, donde cada alumno aporta sus particulares competencias, representa una situación de la vida real, donde el alumnado debe aprender a gestionar la diversidad y atender de manera positiva a los conflictos relacionales inherentes.

D) Una evaluación continuada (que no la continua tradicional): proporcionar feedback inmediato. Para que las apreciaciones y valoraciones tengan sus efectos deben hacerse cercanas al tiempo en que se realizó el trabajo que se valora. Si el feedback se dilata en el tiempo, cuando el alumnado esta cognitivamente y emocionalmente preocupado por otro aprendizaje, su utilidad para guiar y orientar el aprendizaje es muy baja. Una buena evaluación continuada constituiría una eficaz manera de abordar un feedback que sea útil para el alumnado. Cuando decimos “una buena evaluación continuada” nos estamos refiriendo a que al proceso de revisión y de seguimiento del trabajo del alumnado se hace de manera dialogada, con criterios y estándares de evaluación claramente establecidos, y en el momento oportuno, esto es, cuando el alumnado se encuentra en el aprendizaje de lo que se evalúa, realizarlo unos meses después pierde su eficacia. Desde las perspectivas de la evaluación continua, la diferencia entre actividades de aprendizaje y actividades evaluativas es puramente formal.

Son algunas reflexiones que quiero compartir cuando pienso en la evaluación desde el reconocimiento de las nuevas formas de ser, comportarse y aprender del alumnado