Una de las cosas más evidentes de nuestra realidad educativa es el poco interés, compromiso y motivación que presenta en general el alumnado ante su proceso de aprendizaje. Es frecuente oír en las conversaciones de pasillo que el “alumnado pasa de todo”, que “no se preocupa por los estudios”, que “no está motivado”, que “tiene problemas de disciplina” que “falta el respeto”. Y es, que ello, no sea una realidad probable. Pero puede que no seamos lo suficiente creativos a la hora de analizar la causa de estos comportamientos. Muchas veces lo hacemos en términos de nuestras propias concepciones pedagógicas –diversidad de alumnado, número de alumnado en clase, interés de los padres, etc.- y no desde visiones más comprometidas con los tiempos que vivimos.
¿No será, entre otras razones, que las formas y escenarios pedagógicos que le ofrecemos al alumnado no se ajustan a su actual manera de aprender y procesar información y crear conocimiento? ¿No habrá un desencuentro importante entre la forma de aprender del alumnado que hoy ya se califica como estudiante 2.0 con una forma de enseñar y experiencias de aprendizaje que corresponde a 1.0 o en mejor e los casos 1,5? ¿Hemos pensado alguna vez que, a lo mejor, nuestro alumnado tiene claves contextuales y posee una visión sobre cómo será su futuro mejor que la que tenemos el profesorado?
En efecto, hoy disponemos de distintos trabajos que ponen de manifiesto que
las nuevas generaciones que están llegando al sistema educativo presentan otras maneras de ser, de comportarse y aprender muy distintas a las generaciones anteriores. Destacan a aquí los trabajos en el 2001 de
Mark Prensky en los que introduce sus ideas fundamentales sobre los “nativos digitales” e “inmigrantes nativos”.
[1] Los digitales nativos aportan un nuevo talento y una nueva forma de ser, y tienen claro que, en la medida que comparten su creatividad con millones de personas, pueden dar lugar a un conocimiento hasta ahora inalcanzable para las civilizaciones anteriores
[2].
Aunque está abierto el debate sobre “mito de los nativos digitales”
[3], sí se reconoce que las formas de aprender del alumnado están cambiando de manera rápida y, sin embargo, las estrategias de enseñanza aún se mantienen muy tradicionales. Tomando como referencia los trabajos de Prenky (2001, 2006),
Jukes y Dosaj (2006) y
Elliot (2003), la forma de aprender y actuar de este alumnado se caracteriza por:
Las s¡iguientes competencias cognitivas:
* Trabajar con pensamiento paralelo y realizando múltiples tareas a la vez.
* Procesar y obtener información de dibujos, sonidos o video más fácil y rápido que de textos escritos.
* Recibir feedback constante de sus acciones y recompensas de sus aciertos
* Crear su propia realidad y producto: buscando y valoran condiciones que se le ofrecen y tomando sus propias decisiones.
* Realizar las tareas interconectados con otros, trabajar en colaboración en forma de red
* Disponer y acceder de formas muy distintas a una información aleatoria, distribuida y no centralizada
* Aprender “justo en el momento que lo necesitan”, aprendiendo lo que le resulta relevante y útil, planificar para el futuro tiene poco sentido.
Los trabajos de Pairal (2008)
[4] también evidencian que estamos ante una generación de alumnado que se caracteriza no son solamente por sus altas capacidades cognitivas (coincidentes en gran medida con las expuestas anteriormente) sino, también, por su alta percepción en todos los ámbitos mostrando una extremada sensibilidad, una gran apertura psíquica-espiritual a la vez que pragmática. La autora identifica en su estudio:
Las siguientes
competencias emocionales y espirituales:* Alto grado de independencia, capacidad para el autodesarrollo, autorrealización y con tendencias a un aprendizaje autodidáctico.
* Alta sensibilidad, tanto física –en sus cinco sentidos- como emocional, ética y espiritual. Captan un espectro de la realidad más amplio.
* Pensamiento por asociación, holístico y otras características de una inteligencia emocional desarrollada.
* Desarrollo del hemisferio cerebral derecho, además de armonizar ambos hemisferios: aprendizaje visual, creatividad, imaginación, arte, música, sentimientos, afectividad, expresión no verbal, sexto sentido, independencia, pensamiento en “ráfaga”, pensamientos alternativos, etc.
* Pautas de aprendizaje diversificada, uso de las inteligencias múltiples
* Muy intuitivos y de gran empatía, energéticos.
Si duda, se trata de una forma de ser, de comportarse y de aprender que desafían nuestras prácticas evaluativas tradicionales, basadas en estructuras autocráticas y unidireccionales, externas al proceso de aprendizaje, con planteamientos homogéneos e individualistas, centradas más en resultados que en procesos, con criterios pocos transparentes y fundamentados en un sistema de control que operativizamos en premios y castigos.
Como señala Elliot (2003:68) “La vida de los estudiantes fuera de la escuela y de la universidad es cada vez más ricas y estimulante - lo cual refleja la gran revolución tecnológica que está teniendo lugar en la sociedad-. Como resultado de ello, la educación parece cada vez cada vez desconectada de la vida real. El aula es una especie de “realidad virtual”, una zona monótona, carente de tecnología, que tiene escasa relación con la realidad cada vez más tecnológica de la vida real de los estudiantes.
Cabe preguntarnos, en qué medida nuestros sistemas de evaluación pone en juego dichas capacidades. ¿No dispondríamos de estrategias evaluativas más significativas e interesantes para el alumnado si en ellas pusiéramos en juego algunas de estas capacidades? ¿No conseguiríamos con su uso valoraciones de procesos y resultados del aprendizajes de mayor calado? ¿No se implicaría con mayor interés el alumnado si le hablamos en su propio idioma de aprendizaje? ¿No deberíamos el profesorado ayudar al alumnado a sacar provecho de estas nuevas competencias instrumentales a la vez que promover el aprendizaje entre ellos?
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[1] En 2001, Mark Prensky publicó dos artículos Digital Natives, Digital Immigrants y Do They Really Think Differently?. El autor utiliza estos términos para diferenciar entre las generaciones nacidas en los años ochenta que han crecido con Internet, los videojuegos, los CD, el vídeo, el teléfono móvil, etc. que han desarrollado una total familiaridad con las tecnologías digitales puesto que han representado su entorno natural– de ahí la denominación de nativos digitales- y la de sus padres y profesorados que se formaron en un mundo analógico (televisión, teléfono, etc.) y para los cuales el mundo digital es totalmente nuevo, diferente al que ellos se criaron, lo que les ha requerido un aprendizaje y adaptación a una nuevas tecnológicas – de ahí la denominación de inmigrantes digitales-
[2] Se están estudiando también los posibles efectos en cambios físicos en el cerebro de esta nueva forma de elaborar y procesar la información, tal como describe Prensky (2006) en algunos trabajos de neurociencia donde se comparan la estructura física de los cerebros de los “nativos digitales” y de los inmigrantes digitales.
[3] En el mundo de los blogs se debate sobre el “mito de los nativos digitales” y se cuestiona que la brecha digital se relaciones con el tema generacional sin tomar en consideración otros elementos, como las posibilidades socio-económicas y la motivación por el uso de TIC,
[4] La autora realiza un estudio sobre los atributos que caracterizan a las nuevas generaciones a partir del análisis de estudios científicos y de investigación empírica multidisciplinarias, además de observaciones directas durante más de 7 años sobre experiencias, testimonios y vivencias con niños de 15 países diferentes.