martes, 14 de abril de 2009

¿Qué evaluación para qué productos de aprendizaje? Vs. ¿Qué rendimientos educativos privilegiamos con la evaluación?


La sociedad exige hoy a los centros educativos de cualquier nivel y modalidad que los resultados del aprendizaje transcienda el mero conocer por el saber hacer y el saber para qué sirve lo que se conoce. Desde la consideración del aprendizaje por competencias, las tradicionales estrategias evaluativas centradas en técnicas de “código cerrado”, con énfasis en el pensamiento convergente, en la evocación y reconocimiento, individualista y fragmentada por asignatura, resultan hoy totalmente insuficientes y de escasa utilidad.


En la actualidad tratamos con producto educativo más abiertos en cuanto que se reconoce la diversidad y los distintos estilos de aprendizaje del alumnado, más amplio porque para llegar a ellos se ha de considerar distintas fuentes de información y sistemas evaluativos, y más complejo en el sentido que representan tareas múltiples integradas conformando un todo competencial.

Durante estos últimos años, más allá de la evaluación de los resultados, la valoración de procesos ha adquirido una importancia capital. Tanto o más importantes es el conocer y valorar el “qué” como el “cómo” Y este “cómo” comprende una preocupación por:

a) Valorar cómo se consigue los resultados, por qué unos resultados y no otros, puesto que ello permitiría a nivel de evaluación que fuere –alumnado, programa o institución- determinar las “buenas prácticas”y obtener las “lecciones aprendidas” que nos avanzaría en el conocimiento sobre el porqué y cómo se aprende, en la línea de “aprender a aprender” de la misma forma que, ¿por que no?, “aprender a desaprender”.

b) Valorar cómo se utilizan los resultados conseguidos para generar nueva información, para desarrollar otras capacidades, para transferirlos a otros contextos o realidades, etc. Más que nunca se es
consciente que la información que se dispone en sí misma tiene poco valor por su perennidad, su mérito está en la capacidad para generar nueva información. Por consiguiente, lo relevante no es conocer cuanto conoce o lo que sabe hacer una persona, sino que es lo que hace con lo que conoce o cómo utiliza lo que conoce o sabe hacer.

Los avances realizados en los procedimientos evaluativos parecen que apuntan en esta dirección. Se observa una real preocupación por introducir nuevos formatos evaluativos, tanto por lo que se refiere a la evaluación continuada como a las distintas estrategias evaluativas que se están poniendo en práctica:


Portafolio


Mapas conceptuales


Diario reflexivo


Incidentes críticos


Pruebas situacionales


Narrativas / metáforas


Estudio de caso


Juego de papeles


Proyectos


Simulaciones


Cuadernos de nota/diarios


Mandalas


Presentaciones


Contrato de aprendizaje


Tecnologías de la web 2.0: wiki, blog, etc.


Etc.


Desde las estrategias y procedimientos evaluativos actuales, el proceso de evaluación y el proceso de aprendizaje se funden en un único proceso dialógico y autoorganizativo particular de cada persona, que avanza creando nuevas estructuras mentales y de comportamiento de manera retroactiva. La diferenciación entre aprendizaje y evaluación es puramente formal.


La evaluación es formadora a la vez que transformadora de nuestras condiciones educativas en la medida que valora resultados del aprendizaje más holísticos e integradores de la persona. Se busca no tanto saber cuan informado está la persona, sino su capacidad para saberse conducir en la vida de manera integrada –cognitiva, emocional y espiritualmente- saberse manejar en la incertidumbre y en la complejidad de la sociedad actual y ser agente activo de su continuo aprendizaje.


A través de la valoración de estos tipos de resultados de aprendizaje contribuimos a trabajar de manera integrada, entender a la persona en su totalidad y no parcializada en disciplinas.

Este cambio de perspectiva, nos vuelve como diría Naranjo (2004) más interdisciplinarios, más ecuménicos, más interculturales, en definida, como sintetiza el autor, nos tornamos en personas completas en un mundo unificado.

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